Después de haber tenido su bautismo de fuego en el rubro "comedia picaresca de la calle Corrientes" (se eligió aleatoriamente el espectáculo del Teatro Astral, con resultados que superaron en mucho las modestas expectativas con las que concurrimos) el staff de saberderecho se levantó con una sonrisa, aunque enseguida se asustó al leer los diarios del domingo en el Galeón.
En título catástrofe, "La Nación" nos dice que "Renunciaron 142 jueces desde que asumió Kirchner", y esa enunciación de la nota está marcando una intencionada relación de causalidad. Cosa que nosotros, acá, nos permitimos interpelar, o poner bajo la lupa.
Veamos las razones algunas de las cuales se esbozan en la nota en cuestión, que puedo resumir en una trilogía básica:
1. Renovación generacional. La nota no deslinda el rubro de la renuncia vegetativa (caso del juez Cruciani, por ejemplo) de las renuncias de jueces que tenían mucho hilo en el carretel. Me parece que la explicación oficial cierra: la gran mayoria van derecho a la jubilación. Claro que puede resultar sorprendente la anomalía que registra este último trienio (en el cuerpo del diario se muestran las renuncias en los gobiernos de los otros presidentes de la democracia) pero lo podemos poner en una perspectiva que nos aclara algo las cosas. La gran mayoría de los jueces actuales accedieron a sus cargos precisamente en 1983, donde tendrían un rango de edad de 45 a 50 años. Veintitrés años después, es lógico que toda esa camada esté dando un paso al costado. Los señores de La Nación, seguro que son como yo atentos lectores de Ortega (y Gasset) y tienen que recordar la teoría de las generaciones. Bueno, algo de eso flota en el aire. Conjeturo que el fenómeno no sólo se verifica en la Justicia, y habría que hacer un poco de investigación más afinada al respecto, pero yo creo que si viésemos los cambios en los cuadros corporativos del sector privado, o en las jerarquías académicas, también estaríamos viendo un período de renovación y cambio.
2. Temor a la destitución. Creo que algo de esto puede haber, pero la causal tiene sus bemoles. Porque se puede poner en términos positivos: post-Consejo de la Magistratura, esta es la primera generación de jueces que se tiene que hacer cargo de sus errores. Muchos, podemos colegir, estaban acostumbrados al sistema de Juicio Político que, en promedio, llegaba a destituir un juez cada noventa años. La estabilidad de los magistrados se traducía en un bill de indemnidad para ejercer su función que les hacía un flaco favor, de cara al resto de la sociedad.
Ahora, entonces, muchos toman conciencia de que un error en la sentencia les puede costar el puesto.
Ok, ahora mírenlo desde el punto de vista del justiciable: tu error en la sentencia me puede costar la libertad, me puede costar el patrimonio.
Un medico opera bajo presión, sabiendo que si no sigue las reglas del arte le puede caer un juicio por mala praxis. Un gerente toma decisiones bajo presión, sabiendo que si invierte mal pueden echarlo por los malos resultados. Todo el mundo trabaja así, y que los jueces estuvieran exentos era una anomalía que en buena hora se ha terminado.
El temor a la destitución, me parece, puede revelar algo de nostalgia por aquellos buenos viejos tiempos en que ser Juez era casi ser intocable. Si un juez se va por eso, me parece bien que lo haga, porque hacerse cargo de su responsabilidad es parte del juego que jugamos bajo las reglas del Estado de Derecho.
En la nota se cita el caso de la excarcelación de Chabán, pero fíjese cómo en ese caso el sistema funcionó: cuando quisieron echar a los jueces que la habían dispuesto, el Consejo de la Magistratura rechazó el planteo in limine. Es que era una opinión bien fundada, independientemente de que erizó la piel de muchos.
3. Es un trabajo insalubre. Eso dicen los jueces, y acá concedemos que en buena medida tienen razón. El cúmulo de causas los abruma y los recursos de que disponen no siguen el paso del crecimiento de la litigiosidad. Hay salvedades que se pueden hacer en algunas provincias y en algunos foros, pero para tener el Juzgado al día hay que asumir jornadas de trabajo sumamente exigentes, a veces al borde del burnout. A esto se debe sumar la atención de otras obligaciones institucionales, como la gestión administrativa interna, la capacitación propia y del personal, y otras tareas colaterales, que sí generan un desgaste prematuro. En muchos casos, el juez se da cuenta que podría estar ganando lo mismo o mas, sin hacerse tanta mala sangre, en la actividad privada. (Pero esto ocurre mucho más frecuentemente en la capital, que en el Interior. Apostaría, entonces, a que las cifras nos muestran que entre los jueces renunciantes existe una gran proporción de magistrados del suelo porteño vis a vis los del interior.)
Al pie de la tapa, en "Clarín", sale otra noticia que pone a los tribunales en la mira: "En los tribunales de Quilmes dan fecha de juicio oral para 2013". Imagínense lo frustrante que es estar en una situación así, imaginense el surrealismo de juzgar hechos ocurridos hace siete años, y pedirle precisiones a los testigos ... El cuerpo de la crónica da mas detalles concretos, y cosas como esa, me parece, son explicaciones mucho más plausibles y concretas para tener una idea sobre cuál puede ser la motivación de fuga de los jueces renunciantes.
Update del lunes 11/9. Son 143, porque leemos en Clarín que Jorge Urso, investigado en el Consejo de la Magistratura por un presunto pedido de coimas, ha renunciado esta tarde. No sé si le van a aceptar la renuncia, pero en cualquier caso le sugerimos que vaya leyendo este post nuestro en sus ratos de ocio.
Update del lunes 18/9. "La Nación" entrevista al Ministro de Justicia Alberto Iribarne:
-¿Cómo explica tantas renuncias de jueces?
-Hay muchas jubilaciones: 99 de los 143 que renunciaron dijeron que lo hacían para jubilarse. Por motivos particulares son 30, pero 22 de ellos están en edad jubilatoria. El régimen de jubilación de la Justicia es especial: los jueces se pueden retirar con el 82 por ciento móvil y seguir ejerciendo la profesión.-En otros gobiernos también se jubilaban jueces. ¿Qué explicación le encuentra al récord?
-No la hay. Por ejemplo, no lo relaciono con que haya un cuestionamiento a las instituciones en general y a la Justicia en particular. No advierto tampoco que haya una mengua de interesados en ingresar en la Justicia, como, por ejemplo, puede haber un descenso de la vocación sacerdotal.