No se engañen, no piensen que esto es sarcasmo, es pulcramente descriptivo, y para colmo incompleto: sólo menciona algunas de las limitaciones estructurales que tenemos que afrontar en el discurso penal fuera de las puertas de las facultades, limitaciones que se encuentran en todo tipo de contexto social, limitaciones que me parece casi imposible deconstruir rapidito y conjuntamente (porque todas tienen una sinergia entre sí) y que nos llevan a entrar a cualquier debate con una mano atada.
El tema es: si van a hablar sobre seguridad, las reglas son estas.
1. No podemos mencionar la concurrencia de causas profundas de la inseguridad, porque se nos dirá que no podemos equiparar pobreza con delito, ya que es cuestión de moral y no de dinero, muchos pobres no son ladrones.
2. No podemos poner en contexto la inseguridad local comparándola con otros "casos" latinoamericanos. A mi lo que me importa es lo que me pasa en la esquina, no si en Bogotá o en San Pablo están todavía peor. Pero además, todas las cifras están arregladas.
3. No podemos establecer distinciones entre delitos. A los efectos de cualquier debate sobre inseguridad, debates sensacionales, homicidio múltiple en ocasión de robo en banda se equipara a arrebato. Conceptualmente, es el mismo enemigo, en un estado anterior de su cursus honorum natural.
4. No podemos refutar nada de lo que haya sido por una víctima o por un colectivo de víctimas, porque ¿a vos te gustaría que te mataran tu hijo?
5. No podemos exigir precisión en la "demanda". A mí, por ejemplo, me gusta la gente del campo, porque está claro lo que ellos quieren: menos retenciones, o ninguna retención at all, y seamos todos felices. O los ahorristas de 2002: "deposité dólares, exijo dólares". Pero los tipos que marchan con una pancarta que dice "Basta ya!", ahí tenemos un lío. Quieren juicios populares sumarios, pena de muerte, escuadrones de la muerte, penas vicarias, militarización urbana, all of the above. No sabemos. Y es un lío, porque todos van en la misma marcha.
6. Para la víctima no hubo presunciones de inocencia, entonces la palabra "derechos" no puede ir en la misma oración que "delincuentes".
Lo cual me remite a lo que iba este post. Si quieren leer algo escrito sobre inseguridad en serio, y más o menos esquivando estas limitaciones, lean a Roberto Gargarella en Página 12, hoy, Los derechos humanos de los delincuentes.
El tema es: si van a hablar sobre seguridad, las reglas son estas.
1. No podemos mencionar la concurrencia de causas profundas de la inseguridad, porque se nos dirá que no podemos equiparar pobreza con delito, ya que es cuestión de moral y no de dinero, muchos pobres no son ladrones.
2. No podemos poner en contexto la inseguridad local comparándola con otros "casos" latinoamericanos. A mi lo que me importa es lo que me pasa en la esquina, no si en Bogotá o en San Pablo están todavía peor. Pero además, todas las cifras están arregladas.
3. No podemos establecer distinciones entre delitos. A los efectos de cualquier debate sobre inseguridad, debates sensacionales, homicidio múltiple en ocasión de robo en banda se equipara a arrebato. Conceptualmente, es el mismo enemigo, en un estado anterior de su cursus honorum natural.
4. No podemos refutar nada de lo que haya sido por una víctima o por un colectivo de víctimas, porque ¿a vos te gustaría que te mataran tu hijo?
5. No podemos exigir precisión en la "demanda". A mí, por ejemplo, me gusta la gente del campo, porque está claro lo que ellos quieren: menos retenciones, o ninguna retención at all, y seamos todos felices. O los ahorristas de 2002: "deposité dólares, exijo dólares". Pero los tipos que marchan con una pancarta que dice "Basta ya!", ahí tenemos un lío. Quieren juicios populares sumarios, pena de muerte, escuadrones de la muerte, penas vicarias, militarización urbana, all of the above. No sabemos. Y es un lío, porque todos van en la misma marcha.
6. Para la víctima no hubo presunciones de inocencia, entonces la palabra "derechos" no puede ir en la misma oración que "delincuentes".
Lo cual me remite a lo que iba este post. Si quieren leer algo escrito sobre inseguridad en serio, y más o menos esquivando estas limitaciones, lean a Roberto Gargarella en Página 12, hoy, Los derechos humanos de los delincuentes.