Este es el post de un converso.
En una época me parecía una cosa medieval que el Poder Judicial pasara 45 días de receso semi-absoluto.
Poco a poco voy advirtiendo las bondades de la feria no sólo en términos de necesidades, sino de conveniencias.
Primero lo primero: necesidades y derechos, como diría Finnis. La gente necesita tomarse vacaciones, resulta que tiene derecho a eso, tiene la extraña costumbre de hacerlo en verano cuando sus hijos no tienen cole, vale decir, que se van todos al mismo tiempo. Ninguna oficina puede funcionar manteniendo el ritmo de trabajo con menos de la mitad de su personal. Entonces resulta más que razonable que en Enero se vayan "casi" todos y que quede una mínima dotación de guardia para atender casos más o menos urgentes.
Este mismo razonamiento se aplica a las oficinas privadas donde la carga de trabajo se espeja con la de los trámites del Poder Judicial (estudios, oficinas de legales de empresas privadas, etc.). Ni qué decir para los estudios de estructura mínima, de dos o de un sólo abogado.
No poner "feria" sería no sólo insostenible logísticamente, sino también inconveniente funcionalmente.
La feria funciona porque la gente en algún momento tiene la necesidad higiénica de descansar, de desfragmentar el disco, de salir de la ruedita del hamster. En algun libro del gran Ernie Zelinski para eso aparece, creo, un epígrafe deun proverbio polaco: "Aquel que descansa bien, ha hecho ya la mitad del trabajo".
La feria nos motiva a hacer cosas antes de la feria. En esa lógica la feria tiene una ventaja adicional muy poco advertida: el rush de diciembre, cuando todo el mundo se "apura" a plantear/sacar/devolver/tramitar cosas que tenía pendientes. Es todo un flujo vitalizador y purgante de actividades intensas que, paradójicamente, se explica precisamente por la existencia de la feria.
La feria nos ordena la vida, nos sincroniza, pone metas visibles, metas volantes que de otro modo no nos motivarían. Es el sístole y diástole del gremio.
Y ultimo pero muy importante: también un juzgado necesita tareas de reordenamiento interno (cosas que van de depósitos, que se remiten o se ordenan) que no se pueden hacer con las ventanillas y las cargas de trabajo funcionando en modo estándar. Y necesita planificar lo que puede hacer, y pensarlo en un contexto neutral, evitando que el diseño de procesos se contamine con experiencias coyunturales acuciantes donde lo urgente siempre se come a lo importante.
La feria es parte del trabajo, y si una organización hizo una buena feria (si aprovecharon para acomodar, si sus empleados descansaron) eso es tiempo ganado y no perdido.
Nos queda para defender por qué la "feria chica" de invierno, y si hasta ahora fuimos bien, la respuesta es bien fácil: porque alguien se tuvo que quedar en verano, y le tenemos que dar vacaciones en otro momento. Y las ventajas se espejan: está el segundo momento intenso, el de la última semana de junio / primera de julio, donde en un cuadro podría verse cuántos fallos muy importantes parecen firmarse ese día.
Así que, a mitad de camino, buena feria para los que la tengan o para los que la pasen al pie del cañon (un apostolado).
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En una época me parecía una cosa medieval que el Poder Judicial pasara 45 días de receso semi-absoluto.
Poco a poco voy advirtiendo las bondades de la feria no sólo en términos de necesidades, sino de conveniencias.
Primero lo primero: necesidades y derechos, como diría Finnis. La gente necesita tomarse vacaciones, resulta que tiene derecho a eso, tiene la extraña costumbre de hacerlo en verano cuando sus hijos no tienen cole, vale decir, que se van todos al mismo tiempo. Ninguna oficina puede funcionar manteniendo el ritmo de trabajo con menos de la mitad de su personal. Entonces resulta más que razonable que en Enero se vayan "casi" todos y que quede una mínima dotación de guardia para atender casos más o menos urgentes.
Este mismo razonamiento se aplica a las oficinas privadas donde la carga de trabajo se espeja con la de los trámites del Poder Judicial (estudios, oficinas de legales de empresas privadas, etc.). Ni qué decir para los estudios de estructura mínima, de dos o de un sólo abogado.
No poner "feria" sería no sólo insostenible logísticamente, sino también inconveniente funcionalmente.
La feria funciona porque la gente en algún momento tiene la necesidad higiénica de descansar, de desfragmentar el disco, de salir de la ruedita del hamster. En algun libro del gran Ernie Zelinski para eso aparece, creo, un epígrafe deun proverbio polaco: "Aquel que descansa bien, ha hecho ya la mitad del trabajo".
La feria nos motiva a hacer cosas antes de la feria. En esa lógica la feria tiene una ventaja adicional muy poco advertida: el rush de diciembre, cuando todo el mundo se "apura" a plantear/sacar/devolver/tramitar cosas que tenía pendientes. Es todo un flujo vitalizador y purgante de actividades intensas que, paradójicamente, se explica precisamente por la existencia de la feria.
La feria nos ordena la vida, nos sincroniza, pone metas visibles, metas volantes que de otro modo no nos motivarían. Es el sístole y diástole del gremio.
Y ultimo pero muy importante: también un juzgado necesita tareas de reordenamiento interno (cosas que van de depósitos, que se remiten o se ordenan) que no se pueden hacer con las ventanillas y las cargas de trabajo funcionando en modo estándar. Y necesita planificar lo que puede hacer, y pensarlo en un contexto neutral, evitando que el diseño de procesos se contamine con experiencias coyunturales acuciantes donde lo urgente siempre se come a lo importante.
La feria es parte del trabajo, y si una organización hizo una buena feria (si aprovecharon para acomodar, si sus empleados descansaron) eso es tiempo ganado y no perdido.
Nos queda para defender por qué la "feria chica" de invierno, y si hasta ahora fuimos bien, la respuesta es bien fácil: porque alguien se tuvo que quedar en verano, y le tenemos que dar vacaciones en otro momento. Y las ventajas se espejan: está el segundo momento intenso, el de la última semana de junio / primera de julio, donde en un cuadro podría verse cuántos fallos muy importantes parecen firmarse ese día.
Así que, a mitad de camino, buena feria para los que la tengan o para los que la pasen al pie del cañon (un apostolado).
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