En "No mires arriba", uno de los pasos de comedia muestra en diagonal la importancia de los jueces de la Corte Suprema. Mientras acaba de oír la noticia de que un meteorito casi seguramente acabará con el mundo, la Presidenta y su staff están distraídos con la nominación de un candidato a la Corte que está en problemas (incidentalmente, esa subtrama delata una curiosidad: tal como está redactada la Constitución de los Estados Unidos, no es requisito ser abogado para ser juez de la Corte Suprema).
No tenemos meteoritos a la vista, y si ahora tenemos nominada.
Pero antes tenemos que repasar como llegamos hasta acá.
La Corte hoy: mayoría conservadora
Han tenido mala suerte los demócratas. Situémonos en 1990, fecha de ingreso del juez mas veterano. Desde entonces tuvieron allá 16 años de gobiernos republicanos y 16 años de gobiernos demócratas. Pero esto no dio un tribunal "parejo", sino un tribunal que había quedado 6-3.Seis conservadores y dos más "liberals", que son los nominados por demócratas.
Mas allá de mi apreciación en prosa, existe un truco jedi de politólogos que inventaron una metodología para cuantificar sus enfoques, el índice Martin - Quinn, positivo para conservadores que daba estos números
Tal vez la metodología no revela el ímpetu conservador de los tres elegidos por Trump. Y desde luego, el tribunal estaba más balanceado hasta hace poco, cuando estaban allí dos jueces nominados por Clinton.
Una famosa: Ruth Bader Ginsburg pasó sus últimos años como figura casi pop en la Corte (Notorius RBG), con merchandising propio, libro de fitness, y dos grandes películas biográficas: falleció en 2020 (dándole a Trump chance para una tercera nominación, al final de su mandato, que cubríó con Amy Coney Barret).
Y otro que era casi mi favorito: Stephen Breyer, que renunció este año y le da a Biden la chance de tener un recambio propio.
Sin RBG, la cosa se desbalanceo. En el horizonte de recambios solo aparece Thomas, el último mohicano, el único juez "del siglo XX".
Las nominaciones no son un paseo por el parque
En la historia hubo 151 personas nominaciones presidenciales para ser "justice" en la Corte, pero sólo 114 llegaron a serlo.
Detalle del cuadro: se tiende estratégicamente a nombrar jueces lo más jóvenes posible, que tengan potencial cronológico de durar. Tener la chance de nominar un juez es raro, y se quiere maximizar el impacto en duración.
Detalle fuera del cuadro: impacta que absolutamente todo lo que está escrito con "tinta constitucional" en los fallos de la Corte, un tribunal que ahora no tanto, pero históricamente fue faro del mundo jurídico, haya sido escrita por un número de personas tan pequeño: 109 hombres, y 5 mujeres (la primera de ellas, que todavía vive y tiene 91, fue Sandra Day O´Connor, nominada por Reagan en 1981).
Casi 1 de 4 nominaciones han fracasado. Esta proporción se repite también en el siglo XXI.
- Una fracasó básicamente por "mal desempeño" de la candidata Harriet Miers (cubrimos el tema en 2005, cuando este blog ya existía) y Bush jr. retiró la candidatura.
- La otra fue por bloqueo partidario: Obama en el último año de mandato nominó a Merrick Garland, y como los republicanos tenían mayoría en el Senado no habilitaron la confirmación. La razón, no oculta sino explícita, fue esta: queremos cubrir esa vacante nosotros si ganamos las elecciones. Hay que decir que no era una vacante de último aliento, como la que sí hizo Trump con Barret, porque la nominación de Garland fue el 16 de marzo de 2016. Como Trump ganó, les salió bien, y ello les dio la chance de nombrar a Gorsuch. El señor Garland es hoy Attorney General, una suerte de nuestro "Procurador del Tesoro", por designación de Biden.
La última, la nominación de Amy Coney Barret de 2020, salió con fórceps: se aprobó 52-48, y la candidata tuvo patinazos en las audiencias.
Cada vez más, las nominaciones son campos minados, búsquedas obsesivas en el pasado del candidato por inconvenientes, inconsistencias, incompatibilidades y cosas vergonzantes.
Con un rabillo del ojo, también miramos nuestro espero, porque tenemos una plaza sin cubrir desde el 1º de noviembre (llevamos cinco meses cumplidos). Y el problema es más grande pues la Constitución requiere dos tercios de los votos de los presentes en el Senado. Para ser juez de la Corte hay que tener un consenso muy transversal, lo que me parece bien (y lo que deja en la banquina a cualquier candidato disruptivo, y deja todo en la canaleta de candidatos medianos y "muy" consensuables).
Quién es Ketanji Brown
Estuvo también un tiempo en la actividad privada, y formó parte entre 2010 y 2013 de la U. S. Sentencing Commission, una rareza. Un órgano independiente instituido en el ámbito del Poder Judicial, por comisionados que buscan fijar estándares homogéneos para asegurar la correcta y homogenea dosificación de penas. Tiene siete miembros: tres deben ser jueces y no puede haber cuatro del mismo partido. Esos comisionados son elegidos por seis años, con hasta una reelección (los nomina el Ejecutivo y los ratifica el Senado). El Attorney General es miembro nato sin voto de la Comisión.
Entre 2013 y 2021 fue jueza federal "de distrito" de Washington, y en marzo de 2021 Biden la nominó para la "Cámara" del mismo Circuito Federal.
Estudio en Harvard, y fue editora del Law Review (como Obama)- Fue allí compañera de Ted Cruz. Nota de color: en una de los ejercicios de las clases de teatro que tomaba ahí su compañero fue Matt Damon (que estudiaba también ahí, luego dejó). Otro link con la dramaturgia: wikipedia nos informa que ha actuado como "jueza" en varios juicios simulados con la Shakespeare Theatre Company, que se dedica a destilar casos judiciables de las tragedias de William. Nota autoreferencial mia: en Penal 1 -o fue en Penal 2?- en la UNLP nos pidieron hacer una sentencia sobre un caso hipotético, e hice un TP sobre "Hamlet", y el supuesto de homicidio aberratio ictus que allí sucede. Y hay por ahí casos civiles, como el incumplimiento de contrato de mutuo de El mercader de Venecia.
Su tesis de grado es bastante descriptiva en el titulo The Hand of Oppression: Plea Bargaining Processes and the Coercion of Criminal Defendants, con ecos obvios de aquel famoso trabajo de Langbein (Torture and plea bargaining) y parece ser una crítica al talón de aquiles del acusatorio juradista, que también es un poco su condición de factibilidad: la práctica del "arreglo" a como de lugar.
Vida personal: nacida en DC, se crio en Florida (Palmetto, ese suburbio de Miami), se casó en 1996 con un cirujano (de familia bostoniana de alcurnia), tiene dos hijas de 17 y 23. El marido tiene un hermano mellizo que está casado con la cuñada de Paul Ryan, un importante congresista republicano. En la intervención que hace conjuntamente con Biden al anunciarse la nominación hablará mucho de su familia (la mitad del tiempo, que fue en total de unos breves seis minutos).
La academia de la nada
Conseguimos por acá las preguntas que le hicieron en el Senado cuando le aprobaron "el pliego" en marzo de 2021. Son esencialmente 77 páginas de Ketanji Brown haciendo siempre las jugadas más seguras, entrando en clinch. Le preguntan sobre casos, y sus respuestas siempre citan la jurisprudencia de la Corte, y remarcan que es su deber acatarla sin más. Pelota a la tribuna.
¿Me preguntan si soy originalista o adaptativa? Tengo el deber de "evitar comentarlo".
No parece tener una filosofía igualitarista o una "agenda". Soy jueza, no académica. dice ---“As a judge, I’m certainly no scholar". Sus votos son muy black-letter law, usando fuentes "duras" ley y jurisprudencia mirados de muy cerca. No con visiones gestálticas o estructuralistas. Siempre pensamos que los penalistas tienen en su arsenal una constitución "Corta", su mirada es a lo penal. Lo que la Constitución no manda o prohibe textualmente, es Lamolina: siga, siga. Excede el espectro de este comentario tratar de explicar por qué creemos que está mal.
Talante y carácter importan más que ideología a veces. Un compañero suyo de Harvard -en el perfil que hizo el WaPo, probablemente el mejor- la describe como una buscadora de términos medios" (middle grounds) en las disputas.
Probablemente nos arroje un progresismo encapsulado en temas penales, sin potencialidad disruptiva de otros precedentes. Hoy será una trinchera contra el avance conservador que desbalanceo la Corte. El futuro más lejano -y las eventuales "alianzas" de voto- son cuestiones más complejas y por ahora imprevisibles.
Nos queda tema para otro post: qué va a pasar con el aborto, con la continuidad de Roe v. Wade, y sus opciones que no son dos.