Es importante entender el por qué de las reglas para ver como las mejoramos (y en algunos casos, pensar si conviene que las cambiemos, y en qué sentido). Vamos a hablar primero de lo particular (el offside) y luego de lo general (el uso del VAR).
Breve historia de la regla del offside
La regla del offside tiene un sentido y una historia.
El sentido básico es que el futbol sea "asociado" (de "associated football" viene que en EEUU hayan llamado en algún momento "soccers" a los que jugaban ese futbol, y luego ya "soccer" a ese fútbol).
La idea es que haya pases y asociación, lo que se pierde si fuera posible tirar un pelotazo al jugador que hemos puesto en cualquier punto cercano al arco (lo que en un vocablo ya casi perdido se llamaba "pichero").
Como tantas cosas (como las rimas en la poesía) esa regla condiciona: es una restricción para el artista, pero también una condición para que se produzcan bellas obras y no sea una exhibición de pelotazos largos.
Por eso es que cuando el futbol nació, el reglamento de 1863 vino con una regla de offside muy restrictiva, que en parte hoy mantiene el rugby: no se podía dar ningún pase hacia adelante, salvo en el saque de arco.
Esto fue rápidamente cambiado en 1866, cuando se usó una versión de que se podía hacer pase hacia adelante, a condición de que hubiera tres rivales entre el que recibía la pelota y la linea de fondo.
Y en 1863 se buscó facilitar el flujo de pases exigiendo solo dos jugadores (normalmente serán el arquero y el último hombre de campo) para cobrar offside: el delantero debía estar por detrás de ellos dos. La última vez que Argentina salió campeón estuvo vigente esa regla, más restrictiva que la actual, y así era cuando yo jugaba al fútbol y tirábamos el offside (yo era defensor y amaba esa regla).
"En la misma línea" y la lección de anatomía
En 1990 se permitió que el jugador estuviera ya no por detrás, sino "en la misma línea", y eso dio lugar a una ulterior discusión sobre qué partes del cuerpo marcan las líneas, y de aquel polvillo reglamentario vinieron estos lodos que buscan milimetrizar el fuera de juego hasta literalmente hacer factible el escenario de "offside de naríz".
Me parece inapropiado fragmentar el cuerpo humano y decir que su parte más puntuda, más avanzada, está "tomando ventaja". cuando objetivamente sus caderas pueden estar alineadas. Nos podemos enojar con el VAR, pero sus algoritmos están fatalmente predestinados a provocar, con su robótica precision, la visibilización de esos escenarios.
En el gráfico que sigue, el VAR falló bien (y el subrayado quiere destacar las dos cosas que esas palabras implican).
Porque tal vez el problema no es el VAR, el problema es la regla. Lautaro Martínez no estaba tomando ventaja.
La regla 11 (que parece una coreo: "cabeza, tronco, pierna")
La actual regla 11 del reglamento de la FIFA está dedicada al fuera de juego, y en su versión actual nos dice que hay orsai de un jugador cuando
- su cabeza, tronco o pierna (pie incluido) se encuentran, total o parcialmente, en la mitad del terreno de juego adversario (excluyendo la línea central) y
- su cabeza, tronco o pierna (pie incluido) se encuentran, total o parcialmente, más cerca de la línea de meta contraria que el balón y el penúltimo adversario.
Y ello lo obliga a determinar con desmembrada precisión el punto en que alguien apoyará la escuadra para trazar en su mente la perpendicular que fija la frontera del offisde. Leemos entonces que:
A la hora de determinar si un jugador está en posición de fuera de juego, no se tendrán en consideración las manos ni los brazos de los jugadores, tampoco en el caso de los guardametas. Con el fin de determinar con claridad las infracciones por fuera de juego, el límite superior del brazo coincide con el punto inferior de la axila
Si: un juez y un línea deben tener en cuenta tanto la pelota, como la actitud (activa o pasiva) del jugador, como el momento en que sale el pase, y por supuesto: "el punto inferior de la axila". Eso es "con el fin de determinar con claridad". ¿Ah, si? La fiscalía descansa.
Simplificar hasta que duela.
Tiene algo que vimos en el derecho, esa lógica de la salud de los enfermos, cuando vamos clarificando con interpretaciones que en lugar de facilitar complejizan y nos obligan a nuevas distinciones, ponderaciones, revisiones, hasta que el follaje ya no deja ver ningún tronco del bosque normativo.
Lo que pasó es que en algún momento alguien se enamoró de su propia jugada normativista y perdió el foco, el fin de la norma, el mismo que nos muestra su evolución histórica.
Volvamos a esa base: no queremos ventajeros adelantados. Y no -como dice aquel refrán jurídico- "la nulidad por la nulidad misma".
Arsene Wenger propuso algo parecido a esto algunos años, de modo que no seré original. Solo creo que hay que adoptar una regla aún mas simple: "cualquier parte del cuerpo superpuesta habilita" (así sea un milímetro) porque pensar en la "con la que pueda hacer un gol" es complicar innecesariamente el trazado de la línea y la administración de la regla, que va a cumplir su función mucho mejor si la dejamos en "cualquier parte del cuerpo" a secas.
O sea: así como la totalidad de la pelota tiene que estar afuera para que cobremos que salió (o que entró y fue gol), la totalidad del cuerpo del delantero tiene que estar adelante del "anteúltimo" para que cobremos offside.
Y esto recupera un entendimiento natural de las palabras: estar adelantado es estar "adelante", no en misma línea. Pero más importante que eso: es una posición en la que alguien ya tiene una "luz" de ventaja y es lo que está en el fondo o espíritu de la regla.
Hablemos del elefante en el VAR room.
¿Por qué, si estas reglas no son nuevas, todo el tema estalla en este mundial con el VAR semiautomático, que tiene una incidencia mucho mayor que la que tuvo en su debut en Rusia 2018?
Decíamos por ahí esto: que la certeza que da el VAR permite advertir mejor problemas de las reglas que podían quedar enmascarados por el muñequeo y el subjetivismo, por el apreciacionismo.
Con los lentes fácticos limpios (robotizados, sin grises, sin "zonas de penumbra" hartianas) se ve mejor la mugre normativa que estabamos administrando.
A la vez, advertimos que el VAR es irritante y contraclimático, con un diferimiento que nos obliga a gritar goles en dos tiempos. Estamos por la mitad del tango "Uno": si yo pudiera como ayer, gritar sin presentir (que un VAR nos va a anular el grito).
Es no obstante una irrupción que debe ser valorada para evitar que haya "robos" (dolosos o cariñosos o negligentes). Por eso es que el VAR debería ser -como en el tennis, como en el football americano- un derecho del equipo (fuertemente limitado: se puede pedir una vez por tiempo, que no cuenta si el "challenge" ha prosperado).
Y como también es una irrupción que debería ser minimizada., es pertinente usar ese criterio de administración para devolver autoridad (y responsabilidad) al referí de campo. De afuera nadie lo puede llamar (¡nunca!) si no hubo pedido de VAR.
En términos jurídicos: "ordinarizar" el VAR es romper el preciado flujo de continuidad del juego para siempre (y es lo que nos ha estado pasando).
Por eso, y es lo último que diremos, una última capa de cambios debería ser la de fijar un estandar de revisión "agravado" del VAR, que no puede funcionar como una segunda opinión oficiosa.
Presunciones y estándares: ¿In dubio pro arbitro o in dubio pro valido?
Aparte de ser "a pedido de parte", el VAR debe revocar solo cuando exista exidencia de "absurdo" o "arbitrariedad". Alguna vez Varsky suegería traspolar el criterio NBA: solo revoca una decisión si lo visual arroja evidencia "clara e incontrastable" de que el fallo fue erróneo.
¿Cabeza u mano? Veinte repeticiones después, el juez pudo convencerse
Yo diría que el matiz debería no obstante ser otro: usar el VAR como la ocasión para poner en juego la idea de que "in dubio pro válido". Si es necesario pasar cuatro repeticiones y verlas cuadro a cuadro, no hay evidencia clara e incontrastable de foul, y por ello la jugada -como es el principio general- se debe presumir válida (con independencia de lo que el juez haya cobrado en el campo).
Y de los sesgos conductuales
Y ahí hay otra cosa. Lamentablemente, el peor problema del VAR es que hay un sesgo de comportamiento. Si tenemos un chiche queremos usarlo, si lo usamos (y hacemos venir al árbitro a ver el chiche) queremos que tenga efecto, porque eso "justifica", valida, corrobora, que todo ese esfuerzo "valió la pena".
Por la misma razón que aparece en un escrito una cita que no tiene mucho que ver, solo porque nos costó conseguirla, los referís que van a ver el VAR terminan cobrando cosas.
Y en la práctica, el principio -que nos arruina la vida y la experiencia- termina siendo el peor: in dubio pro foul.