Foto icónica, y un mundo de sensaciones.
1. Se retira alguien que "siempre estuvo". Empiezo por mi metro cuadrado pero lo excedo. Decíamos ayer en un space que independientemente de lo que pienses de Maqueda, hay algo de fin de época. Nunca fuimos fan del Beto Acosta, hasta de hecho fuimos víctimas, pero el retiro del Beto Acosta marca el micro-fin de una época en la que nos habíamos acostumbrado a verlo. Es imposible no pensar eso con una melancolía inicial sobre el paso del tiempo. Ahora, dato duro: queda hoy en el tercer puesto por antigüedad de desempeño en la tabla histórica de jueces de la Corte 1983. Fayt (32), Petracchi (30), Maqueda (22), Belluscio (21), y Lorenzetti (20) aunque este último seguramente irá subiendo en el ranking porque le quedan fechas por jugar en el campeonato. Para la generación de los que seguimos la Corte más o menos desde los tempranos 2000, Maqueda era el que empezó con nosotros y ahora se retira (es un momento terrible para el futbolero: ver retirarse a un jugador al que lo seguiste toda la carrera)
2. Quién fue el "Maqueda juez". No será este un momento para repasar el legado jurisprudencial de Maqueda, sus métricas o sus hits (and miss) puntuales, sino para hacer algo que creo que es mejor que eso para pintar la labor de un juez en general y en particular de este juez. El realismo jurídico tiene un punto, y entender biografías y actitudes es predeterminante del historial de decisiones concretas (y tiene mucha más miga para apreciar de como votó acá, allá y acullá).
2. Espíritu colegial como determinante de la inexistencia del "maquedismo". Maqueda llega a la Corte sin "marco teórico" o encuadre académico especialmente perfilado (era, si, profesor, posgraduado, etc.). Su adscripción política no era materia de duda pero mirando mas allá de una ficha de afiliación veremos un trabajo de "estadista" en letra minúscula, un trabajo que fue más político que militante y proselitista. Lo fue no en cargos de "titular del poder ejecutivo" sino en cuerpos colegiados (legislaturas) y como jugador de rol en administraciones que no encabezaba. Estos datos biográficos, etnográficos, son relevantes para entender al Maqueda Juez de la Corte.
El primero es que no estaba en su ámbito natural de pensar el mundo desde el "caso a resolver", como lo harían jueces (Argibay, Highton) ni desde el mundo agonal de la profesión (Lorenzetti, Rosenkrantz) sino desde un rol que va más allá de la disputa parte y contraparte: qué hay más allá de lo que discute esta gente. Fue, en ese sentido, un consecuencialista espontáneo.
El segundo, y más importante, es que eso pre-determina la inexistencia del maquedismo jurídico.
En primer lugar, hablemos de un gusto adquirido. Maqueda fue -salvo en los últimos dos o tres meses, en que estaba de salida- consistentemente silente, sin posicionamiento ni declaraciones ni entrevistas ni disertaciones con referencias elípticas o no sobre ideario preferible y coyuntura. En aquella legendaria Corte de los siete (2004-2013) hablaban todos y todas, pero Maqueda no habla. Acaso el último juez que en ese sentido era "modelo siglo pasado". Durante mucho tiempo eso nos pareció desaconsejable, pero poco a poco entendimos que había una lógica detrás: tal vez no esté tan mal. Queda para otro debate, porque ahora vamos de pasada.
Como reflejo de eso, Maqueda no hizo escuela -sea deliberadamente, o sea porque "caminando fui lo que fui", otra vez sin marco teórico. No hay "maquedismo" jurídico. Y es algo que se valora mucho de un juez.
Porque las instituciones crecen cuando la gente que decide canta en coros, no cuando cada uno quiere "pegarla" e impresionar con la nota, le canta encima al otro, quiere mostrar su destreza vocal, quiere que se note su voz. No es esto un concurso de Operación Triunfo ni un espacio para la improvisación deslumbrante. Esto explica que los votos solistas de Maqueda sean una rareza, y que cuando existen sean redactados en forma impersonal, sin florituras, chicanas, digresiones editoriales o dictas que se escriben en modo académico. Hay que escribir lo necesario para resolver, no menos, pero nada más.
Voy más allá: el mundo jurídico ideal no es el de una Corte con cinco juristas fantásticos e impresionantes cada uno con su hinchada y porristas (se autoperciben "Jueces Hércules", algunos de ellos paradójicamente anti-dworkinianos y que entendieron mal la metáfora) sino el mundo de una Corte que decida rápido, bien, sin aspavientos y lo más colegial posible. Repudio el impulso de hacer el "voto de autor", vicio que se desparrama en todas las instancias y fueros. Un "voto de bodegón" es más nutritivo y saludable. Qué distinto de esos cocineros que hacen un menú de nueve pasos para ganarse la estrella Michelin.
4. Ponderación etnográfica del Maqueda preguntante. Marida con ello un detalle que aprendí a apreciar de Maqueda, que no está en sus votos, sino en un modus operandi. Varias veces en las audiencias públicas (ahora discontinuadas, inexistentes, lo que una vez fuera política de estado ahora tirada en el pasto) se notaba la forma en que Maqueda iba con la tarea hecha, e interpelaba o preguntaba justamente a propósito de datos y argumentos bien concretos del expediente (y repreguntaba, para no irse del turno de pregunta con una evasiva). Es un gesto de humildad intelectual y de sumo respeto por las partes -y por la labor de juzgar- en una escena académica y jurídica en donde la enorme mayoría de la gente ya sabe que pensar (y resolver) en casos que todavía no se han planteado, que podemos predecir con exactitud en qué vereda se pararán, y aquí vemos la imagen de una persona que parecía sensible a posponer sus ímpetus decisorios, a abstraerse de las concepciones generales, y a detenerse a remover forensemente pequeñas piezas fácticas y argumentales que estaban en la escena para encontrar pistas y señales de qué hacer.
5. Y se fue Maqueda. Hoy cumple 75 años, felicidades, se le cayó encima el art. 99 inc. 4 que el mismo votara en la Convención de 1994 (recomendamos a propósito la entrevista de Rodis Recalt en la que también repasa bastante de su vida). Icónicamente, salió por la puerta grande de la Corte, lo esperaba una banda de gente para saludarlo y una banda de musica de la Policía Federal tocando una canción de la Mona Jimenez. Que más podría alguien pedir alguien como escena de despedida.